viernes, 10 de diciembre de 2010

El hombre del puro

Como sabeis, hace unos días lo dejé todo (trabajo, vivienda,...) y ahora me encuentro vagando por diferentes ciudades buscando un sitio donde asentarme (por cierto, que admito sugerencias). Esto me lleva a no disponer de una conexión a Internet fija, por lo que tengo que moverme por zonas WiFi (aún no me he decidido a coger uno de esos modernos módems USB de telefonía móvil). El caso es que no había pensado en la cantidad de historias que esto me puede traer y lo estoy comprobando cada día, así que mientras dure esta etapa, intentaré escribir algo de lo que me parezca interesante, porque me estoy encontrando de todo.

Esta tarde, acudí a un bar que no había visitado aún. El sitio de entrada da mala pinta: mal iluminado, mucho humo y abuelos inflándose de licores "digestivos" mientras echan "la partida". En nuestro país es habitual echar "la partida" a la hora de la siesta, lo que no es tan habitual es que esa partida tenga público. Es decir, gente que va al bar a "ver echar la partida". Cuando comprendí que no se trataba de una casualidad, quedé estupefacto.

Conserva la elegancia aun
detrás de una sucia barra de bar
Bien, volvamos al antro, digoooo... al bar en cuestión. Vislumbro una mesa al fondo, en una zona que parece despejada. Pido mi café y los datos para conectarme a la red. Amablemente, la camarera me atiende. Es una señora mayor, de unos sesenta años, pero conserva un cierto porte elegante en su caminar. Tiene el pelo largo y cano, pero bien cuidado y recogido, lo que me hace pensar que aún le queda algo de presumida. Por sus rasgos y su voz, intuyo que debió ser una esbelta joven, no falta de pretendientes. Por su mirada, que probablemente no era este el futuro que tenía planeado. Sonríe ampliamente cuando le digo que los datos de conexión son correctos y que ya puedo navegar por la red. Me gusta su tono de voz, es amable, pausado, moderado.


Pasan los minutos mientras compruebo mi correo electrónico y bebo a sorbos mi café tratando de no abrasarme la lengua. Aparece entonces un personaje llamativo. Rondará los cincuenta y muchos, pero aparenta bastantes más. Desaliñado y casi sucio, desprende una peste a alcohol destilado de esas que hacen que uno note los efectos etílicos en carnes propias. Lleva en la boca un enorme puro que mordisquea con torpeza.

- Hooooola - carraspea arrastrando las letras - ¿está María? - pregunta a gritos.
- No, aún no es su hora - responde la amable camarera. Empiezo a intuir que se trata de la propietaria del negocio.
El "elemento" se aleja por la otra puerta del bar arrastrando levemente una pierna. Obsérvese la ausencia de las palabras "Por favor" y "gracias" en la conversación del personaje.


Unos quince minutos después, aparece una chica de aspecto caucásico. Intercambia unas pocas frases con la propietaria. Descubro que se trata de María y la propietaria le advierte de que "alguien con muy mala pinta" ha preguntado por ella. No parece preocuparle lo más mínimo.
María tenía peor pinta, pero
esta refleja su espíritu

Como intuyendo la situación, al poco de salir la dueña, aparece de nuevo el elemento del puro. Esta vez ha conseguido encenderlo y viene a instalarse justo en el lado de la barra más próximo a mi mesa. Por un momento levanto la mirada buscando la aparición de alguna estrella de rock tras el humo y los focos, en plan programa de Bertín Osborne. El tipo toma asiento en un taburete, me echa una mirada intentando reconocerme y suelta en un tono indeterminado un "Maríaaaaaaaaaaaaaa" que suena más a chiste de Gila que a conversación real.

Descubro con asombro cómo la camarera (búlgara o rumana, deduzco yo) coquetea con el cliente del puro. Bueno, lo de "cliente" es un decir, porque el hombre no consume nada. Y a juzgar por su aspecto, diría que mejor así, dado que él sólo se bastaría para acabar con las existencias de todo el bar rápidamente. El hombre se preocupa por saber en qué ha consistido la comida de ella. La chica responde tristemente que únicamente ha ingerido una infusión. Escandalizado el tipo, hace aspavientos con las manos mientras le dice que él ha comido una pierna de cordero y no se qué más cosas (¿por qué se dice pierna si es de un animal? Yo pensaba que las piernas eran cosa de humanos, los animales tenían patas, ¿no?). La conversación continúa mientras ella se acerca a él y, apoyando sus codos en la barra, muetra su generoso escote mientras se enrosca el pelo con dos dedos.

La tal María debe rondar los 25 años aunque está bastante estropeada. Quizá le sobren algunos kilos en las caderas, pero mantiene el resto en su sitio. Las ojeras, sin embargo, son demoledoras. Me pregunto por las circunstancias de María. Intuyo que su nivel de soledad y autodesprecio deben ser bastante altos para flirtear con un tiparraco como el que os he descrito (y algunas cosas no las escribo por si alguien acaba de comer, ¡puaj!). Me imagino la historia de María.

Salió de Sofía hace unos 5 años con un montón de promesas e ilusiones. Acabó en un burdel de carretera (además, creo que tengo una idea de cuál puede ser). Allí conoció a otras compatriotas y colegas subsaharianas que le hablaron de una asociación que ayuda a las personas en su situación. Tras un primer contacto con ellos, se sumió en la prostitución. Al fin y al cabo, es un negocio de dinero rápido y una vez has pasado por ello, ya puedes pasar muchas más veces sin que el daño sea mucho mayor. En la segunda intentona consiguió abandonar el negocio y le buscaron un trabajo de camarera. La dueña del bar se hizo cargo de ella y le enseñó lo necesario para desenvolverse. Le dió el turno de cafés que es el más tranquilo. Así ella podría hacerse poco a poco a la situación. Pero claro, este trabajo da mucho menos dinero y María no parece de esas personas que reducen su tren de vida. Así que se busca la manera de hacer dinero o conseguirlo como sea.

Mientras imagino todo esto, el tiparraco empieza a aullar como un lobo. En la telenovela de turno está bailando una chica una especie de danza de los 7 velos, solo que sin velos y con una música que más recuerda a un fandango que a Las Mil y Una Noches. El caso es que a la chica de la tele se le ha visto el ombligo y el cerebro animal de mi admirado hombre del puro ha tomado el control completo de su mente (si acaso no lo había hecho ya). Una serie de comentarios obscenos acerca de la actriz taladran mi mente que intenta inútilmente protegerse del bombardeo. Curiosa la manera de ligar la que tiene este hombre. Yo pensaba que su época era más de guateques, bailar el twist y conciertos de gente con corbata. Pero está claro que este hombre ya está de vuelta de todo. Me pregunto si al llegar a casa y mirarse al espejo sentirá que le va bien o si creerá que ha hecho las cosas bien. La sensación de: "hice lo que debía" o "lo hice bien". Seguramente no. Probablemente porque no acierte a distinguir con cuál de los 14 reflejos suyos que ve en el espejo debe hablar.

Al poco entra otro colega. Este más joven y con pinta de no estar tan borracho. Rápidamente ordena un chupito de orujo de hierbas para solucionarlo. Saluda efusivamente al hombre del puro mientras le lanza un guiño a María, la camarera. Se dirige de nuevo a su colega.
- ¿Qué tal estás? ¿Cómo tú tan pronto por aquí? - deduzco que deben encontrarse a diario en este garito.
- Aquí... tirando. ¿Te han pagado ya la extraordinaria? - pregunta con admirable soltura el hombre del puro que, de pronto, ha recobrado la sobriedad.
- A mí sí, ¿y a tí?
- ¡Bueh!... Pfffff... Tshhhhh... - acaba de perder la iluminación divina.
Ambos se vuelven a charlar con María que sigue coqueteando con los dos abiertamente. Imagino que estos tipos serán funcionarios, a juzgar por las horas a las que están en el bar un jueves y por la famosa paga extraordinaria. Espero que el tiempo de trabajo lo empleen algo mejor.

Por cierto, y hablando de funcionarios... esta mañana he estado viendo un rato del extraordinario del congreso sobre el estado de alarma y, en fin, creo que eso merece otra entrada aparte.

Acabo mi café antes de que me distraigan más y les dejo ahí enfrascados. Probablemente uno de los dos aguante las 7 horas que restan hasta el final del turno de María, la camarera... Y, probablemente para entonces no pueda ni decir su nombre...

4 comentarios:

  1. ¡Halaaaa! ¡Qué película te has montado con la pobre María! xD

    A lo mejor sólo tiene ese aspecto porque salió ayer de marcha (has dicho que era jueves, ¿no? Pues será como en la peli Pagafantas: "si los jueves son los nuevos sábados, los miércoles son los nuevos viernes" jeje). A lo mejor salió de marcha y conoció allí a ese señor y le dijo que trabajaba ahí y él le dijo que pasaría a tomarle un café. Y claro, como la pobre chica bebió más de la cuenta, ahora tomó una infusioncita para asentar el estómago. Y el señor está ahí a esas horas porque trabaja a turnos, y al salir del trabajo el día anterior decidió tomarse una copichuela y fue así como conoció a María. El que entra más tarde es su compañero de trabajo, que también quedó con María en pasarse por allí.

    O en plan más extremista, María y el hombre del puro estuvieron viviendo una temporada en la calle y allí se conocieron, y el que entra más tarde es el asistente social que les ha buscado trabajo a los dos y ahora pasa a verles de vez en cuando al bar de María en plan coleguillas (como es funcionario se puede permitir pasarse a esas horas).

    O simplemente María tuvo una mala noche y por eso tiene ese aspecto, y el hombre del puro es uno de los parroquianos habituales que intenta ligarse a la joven y simpática camarera.

    No será por opciones xD

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  2. jajajaja Artemisa, eres la caña !! XD

    Me parto... todas esas alternativas son también válidas, ¡claro que sí! Sólo conozco a estos elementos durante unos minutos, así que las opciones son muchas : ))

    Esa es precisamente la gracia de este blog, imaginar y elucubrar. Siempre con una dosis de realidad, pero con otra de fantasía. Y me encanta que hayas hecho una aportación tan valiosa. Mil gracias por ello.

    Hace un par de días leí en un libro que vienen a ser las crónicas de un camarero una reflexión interesante. Venía a decir que su trabajo le permite tener instantáneas de las vidas de las personas. No conoce historias, pero sí momentos históricos (pedidas de mano, rupturas, reuniones familiares, etc.).

    Supongo que mi posición es similar pero partiendo del economato (digoooo, anonimato) que me proporciona el ser cliente en lugar de camarero.

    Pero a que mola eso de imaginar, ¿eh?

    besos y gracias por escribir Artemisa

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  3. Jajaja, qué buena la película y sobretodo los finales alternativos que han propuesto.

    Los bares, y en especial los baretos, dan mucho juego si quieres ver cosas para elucubrar. Te recomiendo cualquier Hogar de Jubilado, o como se llamen ahora porque tampoco tienen desperdicio.

    Un placer leerte.

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  4. Hola Alejandro

    gracias por tus comentarios :)
    La verdad es que es una risa todo esto de los bares. Aunque bueno, ayer me gané mi primer archienemigo y eso no fue en un bar. A ver si mañana lo publico y punnnn.

    La verdad es que uno puede elucubrar una jartá en estos sitios. En estos y en casi todos. Tenías que ver la tipa que se me ha sentado en el metro esta mañana jajaja

    En fin, un brazo y ... Ánimo que ya es casi viernessssss

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